martes, 5 de febrero de 2008

Comienza el 6 Naciones


Pues un año más, y ya es el quinto, vamos a seguir un nuevo torneo del deporte de equipo más bonito que haya conocido. Gracias Juancar por dármelo a conocer hace cinco años (a pesar de que entonces mi Escocia se llevó una bonita cuchara de madera). No os imaginais como me encantaría ver un partido en Murrayfield y escuchar en directo el Flower Of Scotland, debe ser realmente impresionante... (podeis escucharlo dándole al play en el video que hay a la derecha del blog)

Este año es una verdadera incógnita tras el Mundial de Francia. A priori el gran favorito es Inglaterra tras llegar a la final del Mundial, Francia tras su renovación es una incógnita, y los cuatro restantes su nivel puede ser muy similar, quedando quizá Italia un paso por detrás.

La primera jornada ha concluido con una victoria sorprendéntemente cómoda de Francia sobre el quince del cardo. Los Escoceses, sin Paterson de salida, cometieron muchos errores en defensa y nunca estuvieron a la altura, mientras que Francia desarrolló un gran juego a la mano.

Irlanda obtuvo una victoria un tanto ajustada sobre Italia, lo que no deja claro si Irlanda está mal o Italia está mejor de lo que se pensaba. Se irá viendo en sucesivas jornadas.

La gran sorpresa la dió Gales remontando una clara victoria de Inglaterra que se dejó sorprender en la segunda parte. Gales obtiene así su primera victoria en Twickenham en veinte años. ¿Será este un resultado meramente anecdótico o estaremos ante otro gran Gales?

Ciertamente no queda muy claro, pero ahora la gran favorita es Francia, y por desgracia mi Escocia tiene todas las trazas de llevarse su undécima cuchara de madera de no mejorar mucho y mostrar un nivel similar al que tuvo en el Mundial, en el que estuvo a punto de llegar a semifinales de no haberse cruzado con una gran Argentina.

La semana que viene veremos si se aclaran las dudas, si Gales gana a Escocia y Francia a Irlanda, pueden quedarse como las favoritas al título de este año.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Desde los tiempos más remotos, la guerra ha formado parte de la naturaleza humana. Todas las civilizaciones han sentido la necesidad de expandirse y conquistar el territorio ocupado por los pueblos vecinos; apropiándose de sus riquezas y subyugando a sus pobladores; demostrando así su supremacía sobre el resto.

A lo largo de la historia los guerreros han ocupado siempre un lugar privilegiado en la sociedad. Morir en el campo de batalla era morir con honor. La guerra se veía como algo natural.

Afortunadamente, a medida que la humanidad ha ido evolucionando a lo largo de los siglos, los pueblos han comenzado a ser conscientes de las consecuencias tan terribles que tiene la guerra. Los individuos de las sociedades más avanzadas son ya capaces de reprimir su ancestral instinto bélico y abogan por la convivencia pacífica.

No obstante, en lo más profundo de nuestro ser, persiste la necesidad de demostrar que nuestro clan es superior al resto. Necesitamos enfrentarnos al enemigo y demostrarle que somos capaces de vencerle. De esta necesidad intrínseca surge el deporte.

Un partido entre dos equipos en un campo de juego no es más que la representación de una guerra. Los ejércitos (equipos) se enfrentan en el campo de batalla (estadio) para derrotar al enemigo; mientras, desde las colinas vecinas, son observados con atención por sus respectivos pueblos (espectadores). El deporte hace aflorar nuestros instintos bélicos, pero sin las dramáticas consecuencias que se derivan de una guerra. Se podría decir que el deporte es una guerra pacífica.

En mi opinión, el deporte de equipo que mejor representa esta guerra pacífica es el rugby. Por eso me gusta tanto. Cuando vi por primera vez un partido de rugby (la semifinal del mundial de 1999 entre Francia y Nueva Zelanda) me enganché por completo. No conocía las reglas, no conocía a los jugadores, no sabía prácticamente nada de ese deporte; y sin embargo, cada vez que se producía una melé, un ruck o un maul, sentía la necesidad de saltar al campo y empujar con todas mis fuerzas.

Como sabéis, aquel partido lo acabó ganando Francia; aunque eso para mi fuera lo de menos; lo importante era que había descubierto un maravilloso deporte repleto de valores positivos y que además ha reforzado los lazos que mantengo con mis amigos.